El salmón ahumado
El Salmón es un pescado graso, de notable valor
alimenticio y con un exquisito paladar.
Su
procedencia de origen, siempre es de mares frios, siendo
Noruega, Escocia, Chile, Canada y Alaska sus productores
de mayor volumen.
La
tecnica del ahumado nació como un método
más de conservación, aunque en la actualidad
da origen a toda una gama de productos que encuentran
en el peculiar sabor a humo un gran aliado. En el caso
del salmón ahumado, éste debe tener, además,
su punto exacto de salazón, una untuosidad justa
y, sobre todo, la persistencia del sabor del pescado
tras su paso por el humo. Para ello hay que seguir un
laborioso proceso, más o menos natural según
las empresas que lo manufacturen. En sus orígenes,
los salmones se ahumaban con el humo desprendido por
todo tipo de maderas, aunque con la experiencia se detectó
que las más adecuadas eran las de encina, fresno
u olmo y hierbas como enebro, salvia o romero. En la
actualidad se sigue un proceso más largo, donde,
se utiliza principalmente maderas de haya y roble, pero
nuca resinosas; aunque también existen otros
procesos, como la inyección de esencia de humo
que dotan al producto de un sabor parecido al conseguido
tras someter la pieza a la hoguera, pero nada natural.
El
método ahumado tradicional comprende tanto el
salazón como el ahumado que confiere un sabor
y una textura peculiar a la carne. La calidad de la
materia prima y la elección de las técnicas
de ahumado son las que van a determinar la calidad final.
Los mejores salmones ahumados se obtienen a partir de
ejemplares grandes, que no sean demasiado gruesos ni
demasiado grasos, aunque sí con un contenido
de materia grasa suficiente para mantenerlos blandos.
El proceso de salazón consiste en envolver uniformemente
con sal seca el salmón, que ha sido previamente
abierto, destripado, desprovisto de la espina central
y cortado en dos. La sal penetra lentamente en la carne
haciendo que pierda agua y aportando sabores salados.
Hay empresas que, en vez de sal seca, inyectan salmuera
a la carne, que aumenta el peso de la pieza y resta
calidad al producto final. Una vez salado hay empresas
que someten al salmón a un desalado con un chorro
de agua y lo dejan secar al aire tibio con el fin de
eliminar la humedad. Este procedimiento no es el más
correcto ya que lo que se pretende con la capa de sal
es que el animal desprenda el agua, por lo que no tiene
sentido volver a mojarlo. En el caso de seguir un proceso
correcto, la sal desaparecerá por sí sola
y posteriormente sólo habrá que introducirlo
en el horno para curarlo, ya que si no quedaría
crudo. Cuando están secos se realiza el ahumado.
Antiguamente se colgaban las piezas en chimeneas durante
varias horas. En la actualidad, se realizan dos formas
de ahumado: ahumado rápido y ahumado frío.
El procedimiento más antiguo para ahumar pescado
es el ahumado en frío, que se realiza a temperaturas
máximas de 30ºC en hornos de acero inoxidable
o se exponen entre cuatro y doce horas al humo producido
por la combustión de virutas de maderas y, a
veces, de hierbas aromáticas. El ahumado rápido
o ahumado por humo líquido se aplicó en
un principio en charcutería, pero ha comenzado
a utilizarse con el salmón. Se practica con humo
líquido, una mezcla de agua y humo de madera
condensado -de nogal y arce normalmente- y desprovisto
de alquitranes. En sólo una hora el salmón
está ahumado. Este método acelera el proceso
pero deja la carne cruda porque sólo añade
líquido con sabor. A la hora de degustarlo lo
notaremos porque este aceite líquido tiende a
engancharse en el paladar. Una vez ahumado, el salmón
se deja reposar en cámaras frigoríficas
para que el pescado vaya tomado aroma a humo y sal.
El pescado estará en su punto cuando logre ese
color rosáceo anaranjado y una suave consistencia.
Se cortará en lonchas -a mano o a máquina
según la calidad- y se embalará.
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